Muy bien, camaradas, tras darme cuenta de la hecatombe realizada en el blog, les aviso que he llegado, sano, guarro y casi salvo.
Estocolmo es una ciudad estimulante, enorme, llena de entresijos y oscuridad, bien cuidada y con gente muy amable. Era curioso como hasta el más viejo de los viejos hablaba un inglés de MTV. Yo, evidetemente sorprendido.
"-Yo no me pienso gastar más de cincuenta euros"
"-No, no, tranquilo, aquí vamos a sacar nuestro lado más anarko-pop-punk-post-nuclear".
Y así fue. Dormimos en un parque en pleno centro de Estocolmo (dos tiendas de campaña y es suficiente), hicimos unos 250 kms. de autoestop (un dedo y es suficiente) y estuvimos durante tres o cuatro días comiendo pan y queso (una vaca y es suficiente). Visitamos también Örebro y Norrköping, dos ciudades típicamente suecas: ultra-ordenadas, la gente muy cívica, todo nuevo o renovado. Puro espíritu de un país que se construyó con el aburrimiento de tantos inviernos.
No paraba de llover y a donde quiera que fuéramos llevábamos nuestro hilito de babosa. En Estocolmo, entramos completamente empadados al Museo Nacional, lugar donde se podían ver expuestos ordenadores portátiles o martillos para poner azulejos. Hay infinidad de islas en Estocolmo y en la central, es donde está la telaraña de calles. Allí nos perdimos, pero no hay mejor sensación que la de estar perdido para volver a encontrarse.
Nuestro eje del mal Estocolmo-Örebro-Norrköping terminaba en Skavsta, que es donde está el aeropuerto. Sin embargo, la noche antes dormimos en bosquecillo, a las afueras de Norrköping. La idea era que a la mañana siguiente saldríamos tempranos a hacer dedo (to hitch hike) y llegaríamos al aeropuerto con tiempo. Pues bien, nos levantamos a las seis, recogimos las casetas y a las siete estábamos en la carretera. Nadie nos cogía y de repente un policía se paró para decirnos algo.
"-It's forbidden to take people on this highway... You should go to a little road or something like that" (Flipandísimo)
Dentro de lo que cabe fue bastante educado. En Lituania exigirían unas cuantas litas y a lo mejor una botella de Degtine. Así que teníamos que decidir. Se estaba haciendo tarde (7:40) y en la ciudad salía una guagua a las 8:25. Ante la inseguridad de que a uno lo cojan o no, François y yo decidimos pillar dicha guagua e ir al aeropuerto. Los demás (Pedro, Liene y Sarmite) se quedaron haciendo autoestop.
El vuelo. FR1958 destino: Kaunas. Hora: 12:05. El avión despega. Y solo éramos dos. Ahora supongo que estarán por ahí, hasta el miércoles, tirados como perros en aeropuertos de segunda clase.