Nadie cabe en un cajón

De nuevo, el geniecillo informático que guardo en una cajita ha salido a la luz y me ha solucionado el temita del blog cortado a la altura de los relojes. La próxima entrega será poner bien el de Lietuvas.

Mi nuevo cuarto ahora lo adorna una bandera enorme que huele a tiempos pasados y con manchas que se figuran a las caras de viejos dirigentes comunistas. Junto a ello, cómo no, un mapa de Centroamérica y el Caribe. Así que tengo medio mundo en cuatro paredes.

A pocos días de volver al edificio de ladrillos rojos me invade una gran impaciencia con vetas de pereza, apatía e hiperactividad formando tormenta.

Ayer presenciamos una paliza brutal entre Gonzalo (rubio) y el puertas del Flint... algo impresionante, mucha bulla, sangre y golpes, al ambulatorio, al hospital, taxis, novatos revoloteando asustados... Pero lo curioso es que, al final de todo, el maromo del Flint acabó con una brecha en la cabeza y el tirillas de Gonzalo se rompió una uñita... de todas formas, mejor nunca mais.

Y mete bulla, mete bulla, no ha sido un gran día y el wifi del vecino me va a fallar en cualquier momento así que con cuidado envío dobladitos besos y abrazos.